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Lugares de interes

Castillo de Fatetar (s. XIII-XV)

Los orígenes del castillo de Fatetar no están muy claros, pues nunca se ha realizado un estudio detallado del mismo. Se han encontrado unas pequeñas láminas de sílex probablemente del Neolítico, pero al no haberse realizado ninguna excavación, no podemos asegurar nada relativo a esa época. Si tenemos en cuenta la historia del lejendario rey Héspero, podríamos suponer que el castillo fue en origen un observatorio astronómico o tal vez un templo. Con el paso de los tiempos esta plaza fue sucesivamente reforzada por los turdetanos e íberos (de época íbera solo se conserva un amuleto en forma de colgante de barro cocido amarillento que simula una gota de agua).

Según algunos autores, los cimientos de castillo pueden ser de origen romano, dados los hallazgos de esta época realizados en las laderas, tales como trozos de cerámica romana (sigillata), monedas, incluso un trozo de coraza de unas estatuas.
También es probable que los visigodos hicieran de este enclave su fortaleza, pues de esa época son una ventana ciega con tres estrellas de seis puntas que se encuentra junto al brocal del aljibe, una piedra con decoración visigoda que actualmente se encuentra en la cripta de la iglesia parroquial, y una hebilla de cinturón.

Junto con otros castillos de la Sierra y la provincia sirvió como fortaleza defensiva en la frontera entre los territorios cristianos y árabes. Al principio el castillo de Fatetar dependía de Arcos junto con una pequeña aldea, así como Carissa y Santiago de Criste (seguramente Santiago en las Viñas) y gozaba de los privilegios dados por Alfonso X a Arcos, otorgados en Sevilla y Toledo.

Fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento (código: 110170002). Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Es de acceso libre. Más información en el teléfono (956) 720 011.

Ermita de Santiago (s. XV-XVI)

Se encuentra situada en el castillo de Fatetar, y a diferencia del castillo esta se conserva completa.
Consta de una nave con bóveda de cañón y cabecera cubierta con bóveda de crucería. La portada presenta características barrocas, con vano flanqueado por pilastras sobre las que descansa un entablamento, coronado por un frontón roto, en cuyo centro se ha colocado un óculo. La fachada se remata por una españada de doble cuerpo con abultamientos flanqueado los vanos de medio punto en donde se alojan las campanas. En su interior se da culto a la venerada imagen del Cristo de la Antigua, interesante escultura de finales del siglo XVI, Patrón de Espera.

      

Iglesia parroquial de Santa Maria de Gracia (s. XVI-XVIII)

Templo renacentista cuya construcción se inició en el siglo XVI para prolongarse hasta el XVIII, tras sufrir los terremotos de 1636 y 1755. Es uno de los más bellos templos de la provincia, contando entre sus artífices con Hernán Ruiz II, el arquitecto mayor de la Catedral Hispalense. Su planta es de cruz griega y la portada principal pertenece ya al barroco, como su Retablo Mayor.
Está dedicada a la advocación de Santa María de Gracia, elegante imagen que tallara Pablo Legote, autor también del impresionante trabajo de los lienzos del retablo mayor. Las canteras de Espera aportaron la piedra para las iglesias parroquiales de Arcos de la Frontera, muchas más poblaciones y el templo parroquial que levantaron los espereños a principios del XVI. En 1562 visitaba las obras el arquitecto Hernán Ruiz II y, en 1586, continuaban las tareas de la construcción que parece habían terminado en 1610, a falta de pequeños detalles. Hasta el año 1628 figuraba con el nombre de Santa María de la Victoria, para pasar, en 1633, a denominarse de Santa María de Gracia. Para esta parroquia trabajaron el arquitecto Diego López Bueno, el maestro bordador Marcos Maestre y el artista Pablo Legote, autor del retablo mayor, que se encargaba, en 15 de enero de 1629, para sustituir a otro anterior que no llegó a dorarse.

Está compuesto el retablo por grandes lienzos que representan La Anunciación, La Presentación, La Visitación, La Transfiguración, La Epifanía y La Adoración de los Pastores. El terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755) causó grandes daños en esta iglesia, hasta el punto de tener que desmontar el retablo mayor para volver a encajar las piedras que cubren el ábside. Aunque la obra realizada en aquel tiempo fue grandiosa, faltas en el terreno y las consecuencias del movimiento sísmico hicieron que el edificio siguiese presentando ruina. Definitivamente, en 1963 se abría al culto después de muchos años cerrado. También es interesante la antigua talla del Santo Cristo de la Antigua (siglo XVI), que se venera en la ermita del castillo.

Yacimiento arqueológico de Carissa Aurelia

El yacimiento de Carissa Aurelia está enclavado en una zona de pequeñas colinas y cerros de escasa altura que forman parte de las estribaciones de la Sierra de Gamaza y Sierra del Calvario, en los términos municipales de Espera y Bornos. De las distintas investigaciones realizadas se desprende que el poblamiento se inició en el Neolítico final o Calcolítico y perduró hasta época medieval.
El yacimiento de Carissa Aurelia está enclavado en una zona de pequeñas colinas y cerros de escasa altura (200 a 274 m. sobre el nivel del mar), que forman parte de las estribaciones de la Sierra de Gamaza y Sierra del Calvario, y domina por el este la zona del Coto de Bornos y por el oeste, la campiña del valle del río Salado. Esta zona ha sufrido profundos cambios desde hace unas décadas debido, esencialmente, a la tala masiva de árboles y a los cambios de cultivos y, aunque se trata de tierras de una gran calidad agrícola, las transformaciones edafológicas han contribuido a una cierta desertización de esta área. La primera iniciativa para dotar al yacimiento de Carissa Aurelia de una normativa de carácter jurídico que permitiese su tutela fue el Decreto 3363/1973, de 21 de diciembre, por el que se declaraban de utilidad pública, a efectos de expropiación forzosa, una serie de yacimientos arqueológicos de excepcional importancia para el conocimiento del reino de Tartessos. En la mencionada disposición se resaltaba el papel de la ciudad de Carissa Aurelia, conocida a través de los textos antiguos de Ptolomeo y Plinio y se mencionaba su necrópolis y los interesantes objetos y esculturas en ella encontrados. Así mismo, las continuas investigaciones realizadas en el yacimiento entre 1985 y 1988 han proporcionado información sobre su necrópolis, que ha permitido conocer la existencia de un amplio número de estructuras funerarias y de material arqueológico con una cronología que se extiende desde el siglo I al siglo IV. Especial mención merecen las investigaciones llevadas a cabo durante 1987 cuando la necrópolis fue objeto de una intensa campaña de excavación en la que se detectaron una serie de hipogeos con cámaras semicirculares. Se trata pues de un interesante conjunto arqueológico, formado por una ciudad perfectamente desarrollada urbanísticamente y un cinturón de necrópolis, a través de los cuales, como han puesto de manifiesto las investigaciones realizadas, podemos ver la introducción, adopción y generalización de los distintos ritos funerarios. Junto a ello el yacimiento puede aportar un interesante modelo acerca de la implantación y poblamiento romanos en la zona, que hasta ahora son poco conocidos.
La ciudad es citada en los textos clásicos en escasas ocasiones y las indicaciones que éstos nos proporcionan se refieren principalmente a su situación geográfica y su estatus. Plinio la ubica en el Conventus Gaditanus, como una ciudad de derecho latino, conocida por el cognomine de Aurelia. Ptolomeo sólo precisa su ubicación entre Hispalis y Nabrissa, y Tácito la menciona refiriéndose al cognomen, afirmando que este se vincula con Cornelia, madre de los Graco y con Atia, madre de Augusto. Hay que esperar al siglo XVII para volver a encontrar referencias sobre la ciudad. Rodrigo Caro, apoyándose en Plinio, rebate la tesis de aquellos que sitúan la ciudad fuera del Conventus Gaditanus. Nos habla también de restos visibles, que en su época aún se conservaban, y de los objetos que circulaban provenientes de allí, y cita una lápida que, posteriormente, Hübner recogería en el Corpus Inscriptorum Latinarum.

Más tarde, Romero de Torres, hará un recorrido sobre lo que ya se conocía, siendo lo más interesante las indicaciones que ofrece sobre piezas salidas del yacimiento. De las distintas investigaciones, especialmente, la llevada a cabo entre 1985 y 1986 por Maria Luisa Lavado y Lorenzo Perdigones, se observa como el poblamiento se inicia en el Neolítico final o Calcolítico, a juzgar por los silos aparecidos, y perdura hasta época medieval, a la vista de las inhumaciones en fosa sin ajuar, aparecidas en las necrópolis. Sin embargo, el periodo de mayor esplendor se produce durante época romana, cuando Carissa se convierte en ciudad de derecho latino, favorecida por César, cuyo cognomen es seguro que proviene de la madre de este, y se contaba entre las veintisiete ciudades que a finales del siglo I a. de C. poseían el ius latii, perteneciendo muchos de sus habitantes a la tribu Galeria. La ciudad se abandona en época tardorromana, tras su destrucción hacia el 560 d. de C., siendo arrasada por los vándalos más tarde.

La ciudad
La integra un despoblado formado por una serie de colinas donde se aprecia con claridad las diferentes partes de la ciudad, con una zona aplanada donde probablemente se ubicaron los edificios públicos. Una vía romana, que aún hoy día se conserva, y que se encuentra flanqueada por los restos de los que fueran las puertas de la ciudad. También son visibles los restos de su muralla. En superficie se evidencian restos de muros y estructuras edilicias, así como materiales dispersos de construcción.

Necrópolis norte

Excavada durante las campañas arqueológicas de 1985 y 1986. Ha arrojado importantes testimonios sobre el ritual funerario de incineración con diversas tipologías en fosa simple y en doble fosa, estas últimas con cubiertas de sillares, de ladrillos o de tegulae. Las de tegulae están dispuestas a dos aguas o con tapa horizontal; incineración de urna dentro de fosa con cubierta de ladrillo y/o tegulae o fosas recortadas y urnas dentro de funda de plomo. También son de interés en esta necrópolis los columbarios, simples, y compuestos o asociados a otro tipo de incineraciones. En cuanto al ritual de inhumación están presentes los de fosa simple, rectangulares o cuadrangulares, fosa irregular y antropomorfa; inhumación en fosa con cubierta de tegulae, a dos aguas o con tapa horizontal, o de ladrillos. Asimismo encontramos tumbas de sillares simples y mixtas, con construcción de ladrillos y/o tegulae.

Estructuras siliformes

Se trata de un conjunto de cinco estructuras siliformes, aparecidas en el transcurso de la excavación de la necrópolis tardorromana del Trigal noroeste, de época prehistórica y que podría corresponder a un asentamiento al aire libre.

Camino interior de la necrópolis
Perteneciente a época romana, se encuentra relacionado con la Necrópolis Norte. Este camino se encuentra situado en la caída este con una anchura de un metro y con dos canales laterales de desagüe y, probablemente, rodeaba la necrópolis por el este y permitía el tránsito por el interior del cementerio desde la ciudad.

Necrópolis sur

Situada a ambos lados de uno de los caminos que daba acceso a la ciudad. Característica común de esta necrópolis es que, hasta el momento, sólo aparece el ritual de la incineración.

Los enterramientos presentan diversas tipologías, con tumbas de planta de cruz griega, troncocónicas o con cubierta a dos aguas. También aparecen tumbas de planta cuadrada construidas en mampostería, incineraciones simples en urnas e hipogeos.

El decreto 339/2003, de 2 de diciembre, declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de zona arqueológica, el yacimiento de Carissa Aurelia, sito en los términos municipales de Bornos y Espera, provincia de Cádiz. (BOE 22 de 2004).

Reserva natural complejo Endorreico de Espera

El Complejo Endorreico de Espera incluye tres lagunas, denominadas Hondilla, Salada de Zorrilla y Dulce de Zorrilla, situadas en el término municipal de Espera, en la Provincia de Cádiz, protegidas en 1987 mediante Ley del Parlamento de Andalucía como Reservas Integrales Zoológicas, declarando además una Zona Periférica de Protección que las envuelve. El Plan Rector de las Reservas Naturales de las Lagunas de Cádiz, publicado en 1991, adapta la denominación de la figura de protección Reserva Integral Zoológica a la de Reserva Natural y agrupa a estas tres y la Zona Periférica de Protección bajo la denominación de Complejo Endorreico de Espera.
La superficie protegida total es de 437,8 ha. Su valor ecológico reside en ser punto vital para la conservación de avifauna lacustre autóctona (fochas, ánades, garcetas, garzas, rapaces…), destacando especies en peligro de extinción.

Laguna Hondilla

La más pequeña de las lagunas de Espera ocupa tan sólo una superficie de 2,9 ha. Su perímetro es casi circular, con 170 x 140 m. A pesar de su nombre, es también la más somera de las tres, poseyendo una profundidad cercana al metro. Es ésta una laguna oligotrofa, esto es, pobre en nutrientes, lo que la diferencia del resto de las lagunas de Cádiz y posibilita el desarrollo de una flora muy particular.
La vegetación sumergida está dominada por Potamogeton pectinatus, Zannichellia obtusifolia y especies de Chara. Aparecen además, en exclusiva para esta laguna, dos especies flotantes: Utricularia australis es una planta superior poco frecuente y la pequeña hepática flotante Ricciocarpus natans, que suele encontrarse entre la vegetación emergente, generalmente de bayunco (Scirpus lacustris ), que rodea toda la laguna.

En su zona interna, sólo en los puntos más profundos, aparecen rodales de enea (Typha dominguensis ). En la orilla opuesta a la carretera y en la derecha el carrizo (Phragmites australis ) alcanza un buen desarrollo por encima del bayunco. Los carrizos conviven con las castañuelas (Scirpus maritimus) en estas zonas. Por encima de éstos crece una variedad de plantas terrestres de carácter nitrófilo.
El resto del perímetro no ha sido aún colonizado por el carrizo y la castañuela, apareciendo tras el cinturón de bayunco algunos pies de Veronica anagallis-aquatica. LAGUNA SALADA DE ZORRILA

Es la mayor de las lagunas de Espera, con una superficie aproximada de 23 ha. Es relativamente profunda, manteniendo cierta estabilidad del nivel de sus aguas, aunque llega a secarse en los años más secos.
Su fisionomía se ve alterada por la construcción de varios diques artificiales que la atraviesan por su radio menor.
Como indica su nombre, es la que posee mayor concentración de sales de entre las lagunas de Espera. Entre los macrófitos sumergidos aparecen Chara aspera, Ruppia drepanensis , Zannichellia obtusifolia y Potamogeton pectinatus. La mayor parte de sus orillas están pobladas por carrizos y, en menor medida, por tarajes, que cubren además totalmente los diques anteriormente mencionados y aparecen también dispersos por todo el entorno de la laguna. En las zonas altas el carrizo se mezcla con la castañuela y hay macollas de Juncus acutus y Scirpus holoschoenus salpicadas en éstos.

Laguna dulce de Zorrilla

Situada al sur de las dos anteriores, es la laguna más profunda de este complejo y, por tanto, la que mayor estabilidad hídrica posee, manteniéndose con agua incluso durante las más duras sequías. Es esta estabilidad la que ha permitido a una planta perenne, Ceratophyllum demersum, colonizar la práctica totalidad de sus fondos. Junto a ésta se desarrollan las algas Chara connivens y Chara aspera. También podemos encontrar sumergidas a las ubicuas Zannichelia obtusifolia y Potamogeton pectinatus y, en las zonas más someras, Ranunculus peltatus. También se encuentra Veronica anagallis-aquatica.
La vegetación emergente está dominada por el carrizo, que forma que una banda bastante amplia en todo su perímetro. Tan sólo ocupan las eneas una mancha cercana al carril de acceso. Se extienden hasta el límite de la lámina de agua. El taraje es muy escaso, encontrándose únicamente algunos ejemplares en la margen izquierda.

Asentamiento ibérico Esperilla

A poco más de un kilómetro de la localidad se encuentran los restos arqueológicos de la ciudad de Esperilla. Un asentamiento íberorromano que conserva además restos del Neolítico y la Edad de los Metales (desde el Neolítico hasta la época romana pasando por las civilizaciones turdetana, ibérica y cartaginesa). Pueden verse restos de sus viviendas, murallas y aljibes, destacando la gran cantidad de esculturas que aparecieron, en su mayoríaesculturas de bulto redondo de figuras de leones, utilizados como ornamento en tumbas. Igualmente se han hallado tumbas de incineración y figuras de guerreros ataviados con túnica y faldellín corto, así como una figura femenina sedente cubierta con manto y con tocado en la cabeza, en piedra arenisca, aunque muchas de ellas han sido trasladadas a museos, entre ellos el Múseo Arqueológico de Espera. Se pueden relacionar estas figuras con el arte prerromano de Baza, Osuna y el Levante español.
La muralla fue construida por los romanos sobre un asentamiento íbero de la Edad del Hierro II. Se encuentra en estado de ruina y solo quedan algunos vestígios. Es de acceso libre.

Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Casa de la cilla

Es un edificio típicamente andaluz del siglo XVIII, construido para la recepción de los extinguidos diezmos y primicias. Fue construido en 1.771 por el Ilustrísimo y Reverendísimo Cabildo de las Iglesias de Sevilla, según consta en el grabado que hay encima de la puerta principal, que tiene en su parte superior un mosaico con el emblema de la diócesis de Sevilla: la Giralda entre dos floreros.

En el siglo XVIII, todavía existía la ley de dar a la Iglesia, de la cosecha que se recogiera, lo que entonces se llamaban diezmos, es decir, de cada diez partes de cosecha había que entregar una a la Iglesia, y primicias, que quiere decir que esa parte que se daba era la primera. Esto se hacía tanto con el trigo, la cebada, la avena, la aceituna, el aceite o cualquier otra cosa que se recolectase.

En 1835 empieza en España la Desamortización Eclesiástica, por medio de la cual se suprimen en España todos los monasterios de órdenes y se declaran en venta todos los bienes de dichas instituciones. El Molino pertenecía a estas instituciones. Ya desde 1838 tenemos datos de la Desamortización, (Archivos de la Diputación de Cádiz).
El Molino se vende en subasta hacia el año 1875.
Actualmente el Molino de Espera es una pequeña empresa familiar que moltura aceitunas desde 1878 y que en su quinta generación como almazareros siguen produciendo aceite con el mayor de los esmeros y dedicación considerándose albacea de una tradición centenaria, compaginando las técnicas tradicionales de elaboración con el acopio de las innovaciones producidas en el sector para la conservación y mejora de sus aceites.






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