Lugares de interes
Colegio de la sangre
Este colegio-hospital fue mandado construir por San Juan de Ribera, como albacea del testamento de su padre, D. Per Afán de Ribera, en este menester.
El edificio se terminó de construir en 1.597. Consta de una sola planta, con central, en torno al cual se distribuían las distintas dependencias. En el ala Sur contaba con ricos huertos y jardines. Esta colegio se hizo para albergar a doce criados hidalgos, escuderos de la casa del Señor Duque y otros hombres buenos y limpios de sangre de su estado.
En la actualidad ha sido reconstruido por el Ayuntamiento y se destina a extensión del Instituto de Enseñanza Secundaria “El Convento” y Guardería infantil.
Monasterio de Santa Maria del Rosario
Fue fundado en 1.505 por el Adelantado Mayor de Andalucía, D. Francisco Enríquez de Ribera. Ocupaba un espacio aproximado de ocho aranzadas, casi cuadrado. El edificio constaba de un claustro de 56 columnas de mármol de Génova con claraboyas de piedra calada, alrededor del cual se distribuirían las distintas dependencias y una Iglesia sin crucero. En ésta se construyeron en 1.572 dos retablos: uno para San Jerónimo y otro para Santa Ana. Sus constructores fueron el tallador Pedro Becerril y el pintor de imaginería Luis Hernández.
Tuvo gran esplendor durante el s. XVIII, debido a la sabiduría de sus monjes, entre los que destacaron Fray Pedro Mariscal de San Antonio, Fray Esteban Rallón, Fray Rodrigo de Carmona, Fray Bartolomé de Cádiz, etc.
En el año 1.895, a causa de la desamortización de Mendizábal, que trajo consigo la desaparición de muchas órdenes religiosas, fue abandonado, terminando aquí la vida de los jerónimos en Bornos. Antes, en el s. XVIII, también tuvo que ser abandonado, debido a los destrozos que ocasionó en él, el maremoto de Cádiz. En la actualidad, se conserva muy poco de su estructura: sólo un torreón y parte de sus murallas y huertas.
Casa Ordoñez
Se encuentra situada en la calle Granada nº 26, se supone que fue construida en la segunda mitad del XVIII por la familia Ordóñez. Uno de sus miembros, Bartolomé Mª Ordóñez y Núñez, fue maestre de Ronda y caballero de la orden de Carlos III en 1.791.
Construida en dos plantas, separadas por moldura en su fachada, presenta un vano rectangular superpuesto de un balcón flanqueado por dos escudos. Todo el conjunto va labrado en piedra de color rosa ocre jaspeada. El hueco adintelado de la puerta, se flanquea por pilastras adosadas de orden dórico. El interior se desarrolla en torno a dos patios. Al primero se accede desde la puerta a través de un zaguán. Porticado por columnas que sostienen arcos de medio punto. El segundo patio, más sencillo, se destina a labores caseras.
En la actualidad es de propiedad municipal y, en breve, va a someterse a un proceso de restauración para albergar, una vez concluido, una Casa de Oficios.
Convento de San Bernardino
Fue fundado en 1.590, por D. Fernando Enríquez de Ribera, IV marqués de Tarifa. Lo ocuparon religiosos de la orden de San Francisco y era utilizada como casa de estudio y noviado. El maestro mayor de las obras fue Andrés de Oviedo. Poseía una capilla en cuyo retablo del Altar Mayor Colaboró Luis de Figueroa en 1.629. En la actualidad sólo se conservan parte de una torre, los muros que delimitan el convento y una de las entradas, con un azulejo del Seráfico Padre San Francisco (s. XVI). Es de propiedad particular y se utiliza como almacén de materiales de construcción y viviendas.
Convento del Corpus Christi
El edificio en sí, consta de dos plantas, un patio porticado con arcos de medio punto en su planta baja. Todo el edificio está construido en piedra y ladrillo. Posee, además, una hermosa escalera con barandilla de piedra labrada. Como objetos valiosos se encuentran en él, en la Biblioteca, antes Sacristía, dos lapidas empotradas en la pared, pertenecientes a D. Fadrique Enríquez de Ribera y su esposa Dª. Leonor Ponce de León, fundadores del monasterio de Ntra. Sra. del Rosario, donde fueron enterrados, sus restos y correspondientes lápidas fueron trasladados al convento del Corpus Christi en 1.862.
De la época de su fundación se conserva un pozo para noria en sólida cantería con una escalera en espiral hasta el pozo y que suministra agua para el riego de los jardines adyacentes, plantados y cuidados en la actualidad, que sirven de zona de esparcimiento y recreo de alumnos, profesores y resto del personal.
Castillo palacio de los Ribera
El paso de la historia de la dominación árabe a la reconquista cristiana y el resplandor renacentista se ejemplifica en Bornos en el Castillo-Palacio de los Ribera.
La llegada de los musulmanes supuso la construcción de una fortificación en un lugar abundante en nacimientos de agua que daría nombre al Castillo de Fontanar. Los restos que se conservan de este antiguo castillo se reducen a algunos lienzos de muralla y a la Torre del Homenaje. Su interior, de planta cuadrada aparece compartimentado en diversas cámaras y está construido en material de sillería.
Posteriormente, con la reconquista, fue ocupado por los cristianos y, finalmente, restaurado y transformado en palacio de estilo plateresco en el S.XVI.
Una gran puerta, en tiempos chapada en bronce, da acceso a un amplio patio, rodeado de un hermoso claustro con arcos peraltados, sobre los cuales se levanta una gran galería superior con arcadas de igual clase y balaustrada ojival. En el centro del patio hay una fuente de mármol, traída de Italia, con el escudo de Los Ribera, que fue una de las familias que mejor se adaptó a la evolución del noble-guerrero al noble-culto. Sobre los arcos del primer cuerpo aparecen unas gárgolas muy interesantes y en la galería norte superior destaca una portada decorada al estilo gótico tardío, adornada con un friso alrededor compuesto de toscos leones, animales míticos y hojas acaecidas. Sobre el dintel, se puede observar una faja adornada con círculos y lóbulos labrados y, en sus extremos, dos pajes arrodillados sobre sendas repisas que sostienen una enorme corona ducal.
En el Torreón de Gallardo se ven unas ventanas con decoración similar a la de la portada anterior. Termina este torreón en una crestería formada por flores de lis, de las que hoy quedan algunos restos, al igual que del enlucido, grabado al estilo segoviano.
Completan el edificio unos hermosos jardines renacentistas, declarados de Jardín Histórico de Interés Cultural, inspirados en el Belvedere de Bramante, en el Vaticano, que fueron diseñados por el jardinero italiano Salvador Sepadano y están decorados con albercas, grutescos, fuentes y una gama de plantas que abarca desde el mirto hasta la mejorana, pasando por el boj, el ciprés y el naranjo. En uno de sus extremos, se halla una logia, un imafronte de estilo pompeyano; el único existente en Andalucía, con hornacinas decoradas con estatuas de motivos mitológicos, que hoy se encuentran en la Casa de Pilatos de Sevilla.
En este vergel, el agua es un elemento decorativo más y, aunque desaparecido en su mayor parte, se conserva aún la alberca del Jardín Secreto de este Palacio Ducal, en la que, según la leyenda, se bañaba la Señora del Castillo para limpiar su cuerpo y después pasaba a la capilla anexa al Jardín para limpiar su alma.
Todas las obras de restauración y transformación fueron realizadas por los artistas italianos y españoles, que fueron contratados por la familia Enríquez de Ribera en los siglos XVI y XVII. El Castillo-Palacio fue propiedad de la Casa de Medinaceli, hasta que en 1.953 fue comprado por al Ayuntamiento.
Iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán
Su construcción pertenece a dos órdenes arquitectónicos: el primitivo ojival, ya muy reformado, y otro barroco que invadió toda la Iglesia. Se ignora la fecha de su construcción, pero, si admitimos la teoría de Fray Pedro Mariscal de San Antonio, hay que suponer que fue edificada a finales del siglo XV o primeros del XVI. Lo cierto es que en 1.559 Hernán Ruiz (que fue Maestro Mayor de la Catedral de Sevilla) firmó un contrato para sacar “los cuatro pilares viejos y la piedra de los movimientos de los arcos, con guijas, cal y arena”. Las actuales cuatro columnas del templo no son las que se comprometió a hacer Hernán Ruiz, pues en el s. XVII se hizo una gran obra. La existencia de los pilares con anterioridad a la firma del contrato por Hernán Ruiz y las disposiciones testamentarias de algunas personas para ser enterradas en la Iglesia de Santo Domingo, con fecha anterior a dicho compromiso, es lo que nos hace datar este edificio entre los ss. XV y XVI.
Posee planta rectangular con crucero y tres naves. La fachada es muy simple, dividida en dos por un frontón. Su cuerpo inferior carece de ornamentación; sólo el vano de la puerta rompe esta sencilla monotonía. El cuerpo superior, triangular, neoclásico, adornado con cuatro columnas adosadas, sobre las que se apoya un frontón pequeño triangular, en cuyo tímpano existe un azulejo del titular de la misma, Santo Domingo de Guzmán. Adosada a la fachada, se encuentra la torre del campanario, de 31 metros de altura, construida en 1.792.
Ermita del Calvario
Según el Padre Mariscal, “la Ermita del Calvario la hicieron, gran parte con sus limosnas y solicitud, unos devotos de esta villa del apellido Soto; por los años 1.696, se recogió en el albergue que está adjunto un ermitaño, que llamaban el Hermano Mendoza, natural de Córdoba. Éste, con las limosnas que solicito de los vecinos, añadió otro cuarto a la capilla, en cuadro y a modo de media naranja (…) Ayudóle mucho el monasterio de San Jerónimo, con el sustento para sí y mucho material para la obra. Dióle la ultima enfermedad cuando iba llegando a perfección su intento”. Según el historiador bornense Manuel Barra, a pesar de esta afirmación del Padre Mariscal, lo cierto es que quienes se ocuparon constantemente de las necesidades del Hermano Mendoza, fueron los franciscanos del Convento de San Bernardino de Siena. Tan es así, que realizaron un Via Crucis (imitando al que había instituido D. Fadrique Enríquez de Ribera desde el Monasterio de los jerónimos), partiendo de la puerta de su Convento hasta la Ermita del Calvario y que se frecuenta mucho los Viernes, especialmente los de Cuaresma. Aún se conservan algunas cruces y capillas que indicaban las estaciones de la Vía Sacra.
Destaca en su construcción la fachada triangular, que ofrece una bella hornacina, rematada con una espadaña típicamente barroca. En la ermita se venera una bellísima imagen de San Francisco de Paula, que data de la primera mitad del siglo XVIII. Otras imágenes de meritan que se encuentran actualmente en dicha ermita son: Santa Rosa de Viterbo (s. XVI); San Juan Evangelista; una imagen la Virgen, bajo la advocación de María Santísima de la Soledad; y otras de menor mérito. También alberga cuadros de gran interés, destacando un Descendimiento (s. XVI) de escuela italiana y que presidía la Capilla del Colegio de la Sangre.
Ermita de la Resurrección
En el siglo XVI, don Diego Álvarez, vecino de Bornos, dispuso en su testamento la creación de una casa-hospital de la resurrección de nuestro señor Jesucristo y una Iglesia.
El templo que es lo único que queda del antiguo hospital, aparece cubierto por uno extraordinario artesonado mudéjar. Además conserva un retablo dorado de estilo barroco con hornacina y columnas salomónicas.
Casa de la cilla
En ella se depositaban los diezmos para la iglesia. Destaca en su conservación la fachada color rosa con una portada de piedra rematada por los símbolos de la Diócesis de Sevilla: “la Giralda y las azucenas”.
Fechada en 1.781. Actualmente es propiedad particular. Su interior ha sido reconstruido y convertido en lujosa y confortable vivienda.
Jardines del palacio de los Ribera (S.XVI)
Al repasar los distintos monumentos de Bornos, los Jardines del Palacio de los Ribera son uno de los mayores atractivos de Bornos y muchos de los visitantes vienen con el objetivo principal de conocerlos.
CARACTERÍSTICAS DEL JARDÍN
Como decíamos, se nos presenta este vergel con unos rasgos inequívocamente renacentistas, que sin alcanzar la pureza del estilo de Villa Belvedere (1.503), en Roma, o la grandiosidad y hermosa complejidad de los Jardines Boboli (1.600), en Florencia, ofrece un ejemplar poco frecuente en Andalucía.
Las líneas que lo definen son las siguientes:
1. Estrecha relación entre el edificio principal y el Jardín.
2. Diseñado de forma regular y geométrica, distribuyendo, el espacio sobre un eje geométrico.
3. El terreno se reparte en diferentes planos, sobre una suave pendiente, con sucesivas terrazas unidas por escaleras. En este caso, se consiguen hasta cuatro alturas distintas, merced a las escaleras y el recorte de los setos.
4. Las calles son rectas y se entrecruzan, predominando las formas lineales sobre las circulares, que también se dan, aunque en menor medida. En algunas partes del Jardín, se refuerza este efecto con el dibujo que realiza sobre el suelo una composición de chino lavado, posiblemente, de la misma época que el Jardín.
5. Materiales naturales y plantas se consideran un elemento constructivo más, dándoles formas, de manera que nada conserva su conformación original. Como contraste, se pueden ver flores (rosas, pensamientos, calas…), introducidas, como en toda Andalucía, por reminiscencias árabes.
6. Ninguna parte del jardín aparece dejada al azar.
7. Cada espacio tiene una función específica, predominando los elementos artificiales sobre los naturales.
8. La vegetación está limitada a plantas de hoja perenne, que pueden ser podadas y moldeadas en formas y tamaños concretos. Junto a éstas ha introducido, con los años, alguna que otra especie de hoja caduca.
9. Existen elementos característicos del periodo romano: estatuas (lógicamente y por desgracia, los propietarios del Palacio se llevaron las magnificas estatuas que lo llenaban, pudiendo verse algunas de éstas en la Casa de Pilatos de Sevilla); grutescos y cuevas artificiales (se conservan dos, de roca calcárea, en los que estaba recreado el mundo mitológico acuático, con estatuas de ninfas y juegos de agua); pórticos (en concreto, el que comunica el Palacio con el Jardín); logias (éstas es una de las partes más interesantes del Jardín, pues es un imafronte pompeyano único en Andalucía, donde estaban ubicadas las estatuas mencionadas más arriba); maceteros o jardineras y balaustradas.
10. El agua es utilizada como motivo decorativo y aparece siempre en formas artificiales, siguiendo un curso recto, haciendo saltos de agua, albercas o fuentes. Se puede observar palpablemente la gran importancia que tiene el agua en este Jardín, pues existen varias albercas; los cursos de agua se encuentran hoy ocultos o perdidos y parece también muy probable la existencia de salpigi (válvulas que se accionaban al pisar una membrana, soltando chorros de agua hacia arriba, sorprendiendo a quien caminaba por las distintas calles del Jardín).
11. Introduce curiosidades como los juegos de agua, decorados o escenarios sofisticados, jardines secretos… Aunque desaparecido en su mayor parte, se conserva aún la alberca del Jardín Secreto de este Palacio, en la que, según la leyenda, se bañaba la Señora del Castillo (para limpiar su cuerpo) y después, pasaba a una capilla anexa al Jardín (para limpiar su alma).
En cuanto a las especies predominantes, el paso del tiempo ha hecho que se introduzcan algunas que no son de la época de su construcción; de las primitivas, podemos citar el boj (buxus sempervirens), laurel (laurus nobilis), romero (rosmarinus officinalis), hiedra (hedera helix), mirto (myrtus communis) y ciprés (cupressus sempervirens). Todos los citados componen la flora típica en los jardines renacentistas; pero también son dignos de mención dos magnolios centenarios que llenan de aroma las noches del verano de Bornos, mezclando con su perfume de una variedad de jazmín, la dama de noche, colmado el ambiente de cautivadores efluvios; además, encontramos dos enormes arbustos de azahar de China, una jacaranda, varias palmeras washingtonia (en sus dos variedades, robusta y filifera) y, en las albercas, nenúfares de gran antigüedad.
Asimismo, existe una gran cantidad de naranjos (de moderna introducción), rosales de distintas variedades y es destacable también la presencia de pensamientos (las famosas “caras de gato”), que al igual que los nenúfares de los estanques, son muy antiguos.